Ya podemos consultar la séptima entrega del fotoensayo de Birte Pedersen “Entrada al cielo, arte funerario popular de Ecuador”. En ella la autora nos ofrece una recopilación de fotografías que muestran la interesante vinculación entre la muerte (y su imagen en los cementerios) con el amor.
“24 corazones decoran la lápida de Beto y aunque uno ya se haya desprendido y ahora yazca en el suelo, me consuela que en sus 31 años de vida, Beto haya sido un hombre tan querido. Las expresiones de amor póstumo están omnipresentes en los cementerios ecuatorianos. El corazón, símbolo universal del amor, aparece, al igual que otras representaciones religiosas y seculares, en todo tipo de material. Efímeros como la tiza sobre la hierba, sólidos como el metal de la reja protectora del nicho, hay corazones de mármol, piedra, cemento, azulejo, hierro forjado, acero, hojalata y encaje sin contar las tarjetas y mensajes dibujados y los arreglos florales en forma de corazón que acompañan sobre todo a los recién fallecidos. Me pregunto si todos estos amores filiales, maternales, paternales, románticos, clandestinos, apasionados, no correspondidos, perdidos y recuperados fueron declarados con el mismo fervor en vida, o si serán para siempre demostraciones tardías sin opción a respuesta.”