La séptima entrega del fotoensayo de Birte Pedersen “Entrada al cielo, arte funerario popular de Ecuador”, nos trae una interesante serie sobre la iconografía de los ángeles en los contextos funerarios. Como nos comenta la autora del fotoensayo, el ángel como mensajero de Dios, que anuncia la partida de un alma de la Tierra, tiene una larga tradición no sólo en el cristianismo. Los cementerios ecuatorianos no hacen excepción, aunque según la región y quizás la influencia del párroco local, hay cementerios con mayor o menor presencia de ángeles guardianes. A diferencia de los arcángeles con nombres e imagen definidos, los ángeles guardianes del arte funerario popular ecuatoriano están hechos a la imaginación de sus autores. Están labrados en piedra, yeso, mármol, metal y, los más efímeros, en cartulina y papel. No sólo vigilan las tumbas de los niños, sino también los portales, las rejas de los nichos y los cementerios en general. En las escasas tumbas más antiguas (mediados del siglo XX) son de mármol blanco sin intervención posterior. Los ángeles más recientes son repintados y adornados año por año y su mirada nos parece indicar que la entrega de las almas al Más Allá les causa toda clase de emociones.